Primer premio Bloggin Sta Eulalia

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lunes, 29 de marzo de 2021

Cógeme de las manos.

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Cógeme de las manos.
Hace unas semanas Merche y yo hablábamos de la soledad de las personas mayores, de la despoblación de municipios pequeños, de poder disfrutar de tus padres muchos años. Recuerdo que ella me contaba que sus padres tenían 83 años, y que siempre que podía estaba con ellos, disfrutaba de ellos.
En aquel momento en que el coronavirus ya estaba causando estragos en China y también en Italia (a tan solo 2 horas de Madrid), pero que en España se veía como algo ajeno, exagerado quizás.
Aquel 2 de marzo en que mi amiga y yo hablábamos de nuestros padres, nadie podía presagiar que el coronavirus (esa palabra casi desconocida para nosotros, y que sonaba tan lejana) iba a matar en pocos días a miles de personas, entre ellas a Mari Sol y Manolo, los padres de mi amiga. Precisamente el 3 de marzo se conoce que la primera muerte por coronavirus en España se había producido en Valencia el 13 de febrero.
Los ancianos fallecidos a fecha veintiséis de marzo eran de 1517, afectados por el Covid-19, el 37 % del total de fallecidos por coronavirus en nuestro país.
Y en ese 37% estaba contabilizada Mari Sol, no así Manolo., aunque muy pronto engrosaría ese oscuro porcentaje.
Manolo y Mari Sol se marcharon a disfrutar de su último viaje de ocio a Gandía a principios del mes de marzo, quizás se contagiaron antes de irse, porque dos días antes de volver se encontraban mal. El 12 de marzo llegaron a Madrid, y a partir del 13 de marzo mi amiga y su familia hablaron asiduamente con los servicios de emergencia pidiendo por favor que fuera alguien a asistir a sus padres. El 18 de marzo se los llevaron por fin al hospital. Y el 20 de marzo muere Mari Sol, sin poder despedirse de sus hijos y nietos, aunque si del amor de su vida, que no la dejó sola ni un momento. Su marido que no podía hacer nada sin ella, que cualquier decisión era por acuerdo entre ambos, que si jugaban a las cartas lo hacían juntos. Porque aunque Manolo odiaba jugar a las cartas, lo hacía a diario, con una puntualidad británica, porque Mari Sol y el mus eran inseparables, necesitaba echar un órdago de vez en cuando, era muy competitiva, y él la contentaba.
Manolo, unos días antes de ingresar en el hospital del que nunca saldría, hizo galletas para todos, le encantaba cocinar y estaba enganchado todo el día a vídeos de Youtube para preparar las mejores recetas.
Hasta el mes de diciembre estaba en una rondalla de su localidad y hacía bolos por todos los pueblos de la zona. Lo tuvo que dejar, las manos ya le impedían tocar la bandurria (comenzó a acusar una artrosis degenerativa).
Era una persona creativa, y escribió infinidad de poemas (cuanto me hubiese gustado recitar poemas con él), también le gustaba dibujar y estaba siempre inmerso en realizar mil manualidades. Tenía un talento especial que todos quisieran poseer pero que muy pocos “Manolos” lo tienen como atributo de personalidad propio.
Lo último que realizó para todos sus nietos como regalo de Navidad fueron unos pajaritos de madera de colores, y vestido como un entrañable y bonachón Papá Noel y con un "Ho ho ho" se los entregó.
Mari Sol y Manolo llevaban juntos desde los 14 años, y han partido hacia las estrellas con 83, y lo han hecho juntos, como no podía ser de otra manera, mirándose con una inmensa ternura.
El matrimonio viajó a Bélgica a buscar trabajo, para poder ahorrar y así poder comprar un piso al regresar a España. Se llevaron con ellos a su primera hija con un año y mi amiga nació allí. Lucharon y trabajaron duro. Ahora tenían su residencia en Corpa cerca Alcalá de Henares, donde eran felices y hacían que los que estaban cerca fuesen felices.
El viernes 26 avisaron a mi amiga que su padre acababa de fallecer, ese día todavía no sabía donde estaban los restos de su madre.
Antes de fallecer Manolo hizo una vídeo llamada a una nieta, y varios familiares se unieron a la conversación, no tenía prácticamente aliento, y muy pocas fuerzas, pero mucho muchísimo amor, eso si que le quedaba, aunque en una triste cama de hospital, derrochaba amor por los cuatro costados. Y ese amor fue el que le dio fuerzas para despedirse de los suyos, para decirles lo mucho que les quería, quitándose la máscara de oxígeno, les dijo que estaba muy mal y que le iban a sedar, no podía aguantar mas, decía que “todo tenía muy mala pinta y que estaba igual que mamá”. Él si pudo acompañar a su mujer, cogerla de las manos y abrazarla hasta el final, pero a él nadie pudo cogerle de las manos.
El día 28 por fin mi amiga supo que a Mari Sol , su madre, la incineraron el día 22, nadie les pidió permiso, ni les avisaron que la iban a incinerar. A Manolo le incineraron ayer, día 28. Esta próxima semana deben ir al tanatorio de Torrejón a recoger las cenizas, y Merche no sabe que miembro de la familia podrá acercarse ya que la mayoría están afectados por este maldito virus.
Una aprendiz de poeta y una adicta al mus se despide de vosotros queridos Manolo y Mari Sol. Quizá algún día podamos recitar versos a las estrellas y sentarnos cualquier tarde de diciembre a ver quien echa más órdagos, o podamos envidar a la grande muchas veces.
Fdo.: María de Gracia Peralta Martín
“Hay una grieta en todo, así es como entra la luz” (Leonard Cohen).

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