mirándose a los ojos,
entendiendo sus miradas.
Decidieron recorrer un jardín
de caminos inconclusos.
Decidieron deshojar el tiempo.
Decidieron sonreír, amar, llorar,
soñar y echar raíces.
Decidieron observar la esperanza
cimbreándose de la rama de un árbol
y allí inventaron una vida.
Al despertar, el otoño llegó vestido
de ocre y oro,
meciendo a una alondra
en su regazo sereno.
María de Gracia Peralta Martín
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