No
vi nunca sonrisa tan gentil,
ojos
tan amables, ni bondad tan maternal,
como
en ti “Hermosa”.
Te
amo tanto
que
ese amor se prende en mis entrañas,
y
duele hondo.
Te
observo en mis atardeceres oscuros
y
espero en ti,
a
que agarres mis penas y las arrojes a un arco iris de esperanza.
De
nuevo te miro, bálsamo con olor a vainilla,
y
recobro mi quietud.
Este poema es mi homenaje querida "Madre", mi regalo por tu día, el 8 de Septiembre. El día grande en que los mascaraqueños celebramos tu fiesta.
El día en que precisamente yo también celebro mi santo. El día de la VIRGEN DE GRACIA.
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