En una tarde fría como hoy y observando el cielo con ese tono gris plomizo mi mente deambula introduciéndome en historias como la siguiente. Quizás comenzase en una fría tarde de noviembre.
LA CANTINA DEL OLVIDO
Allí estabas, sentado,
mirando por la pequeña ventana que tenías a tu derecha, tu mirada estaba
perdida, como un mendigo deambulando por las calles, en las frías tardes de invierno,
sin rumbo fijo, sin saber donde ir, simplemente dejándose llevar por el
instinto o la necesidad del momento, de un presente imprevisible y de un futuro
incierto.
En aquella mesa donde te
encontrabas, había una taza de café y una copa de cristal, parecía que esperabas a alguien.
Aquel
sitio, que me costó tanto encontrar, era
un lugar acogedor, donde se respiraba cierto aire de melancolía, con
mesas y sillas de madera, las paredes pintadas de verde, y colgadas del techo,
unas lámparas, que parecían de bronce, con cristales en color blanco mate, como las que tenían los camarotes de los barcos antiguos.
La decoración era bonita,
con todo tipo de simbología marinera, nudos realizados con cuerdas, banderas,
cuadros de barcos, de paisajes y animales marinos; el mar era el protagonista
en aquella cantina, era lógico por otro lado, seguro que allí se reunían muchos
marineros para conversar antes o después de su partida, ya que la cantina
estaba en un lugar estratégico en el puerto de la ciudad.
Hablé
con el camarero, pues la curiosidad me intrigaba enormemente, aunque algo en mi
interior me decía, que no podía equivocarme.
Le pregunté quien era aquel hombre de aspecto sobrio, bien
vestido, pero con un traje que no parecía de la época actual, el color de su pelo era gris claro, y llevaba
unas gafas que a veces depositaba encima de la mesa y al poco tiempo se las
volvía a poner, su edad aproximadamente sería de unos ochenta años.
El camarero me contó la
historia y en ese mismo instante se disiparon todas mis dudas.
El señor que estaba allí
sentado, llevaba mirando por esa ventana cincuenta años, a través de ella vio
como se fue alejando el amor de su vida, con la promesa de volver. Su historia
era conocida por casi toda la ciudad, y por supuesto por las personas que
frecuentaron y frecuentan la cantina, todos le conocen por el “amante fiel”.
Cuentan los mayores, que
aquel hombre cuando, era joven, era bastante guapo y llamaba la atención de
muchas jovencitas, aunque él nunca hizo caso a ninguna. Alguna le intentó
convencer para que olvidase a su novia, pues le decían que ella nunca
regresaría, y que intentase ser feliz de nuevo. Él nunca accedió a semejantes
proposiciones, ya que solo había una mujer en su vida, y él estaba convencido
que ella también le amaba.
Sucedió en una fría tarde
de Noviembre, su novia y él fueron a la cantina, ya que Goya, su novia, debía zarpar con
destino a Inglaterra, donde la esperaba su familia.
Ella iba a verles para darles la feliz noticia
de su futuro matrimonio con Martín.
Esa tarde se hicieron
miles de promesas y confesiones y planificaron su futuro, se querían y
pretendían estar juntos siempre, pero ella debía hacer un viaje ya que su
familia no era de la ciudad, ni siquiera del país, y tenía que ponerles al día
de todo. Quería hablarles de Martín, de lo mucho que se querían y de la
decisión que habían tomado, le ilusionaba mucho contar a su familia que había
conocido a una persona maravillosa y quería estar a su lado para el resto de su
vida.
Ella se fue y nunca regresó. Todos pensaron en
la ciudad que era una chica con dinero que no había hablado en serio a Martín,
y le había abandonado.
Martín fue en varias
ocasiones a distintos lugares de Inglaterra, siguiendo alguna pista, que él
creía certera, a buscarla, pero nunca fue capaz de dar con ella.
A
pesar de todo, él no ha faltado ni un solo día a este lugar, esta cantina forma
parte de su vida, aquí prometió a su novia que la esperaría el tiempo que fuese
necesario. Sigue una rutina diaria, y es que pide un café y una taza de coñac,
se va hacia la mesa y se asegura tener una silla vacía, reservada para cuando llegue su novia.
Sí la gente le pregunta,
él responde que está esperando a su novia para casarse.
Él, en muchas ocasiones,
no tiene conciencia de los años que han pasado, y cree ser aquel joven apuesto
que espera unas horas a su prometida para luego ir a pasear o al cine, o para hacer sus planes.
Después
de oír el relato del camarero, me acerqué a tu mesa y cuando te percataste de
mi presencia, clavaste tu mirada en mis ojos. No pude contener las lágrimas ya que una sonrisa iluminó tu
cara y me dijiste:
-Goya, amada mía, por fin has regresado, llevo horas
esperándote, y ya estaba preocupado por si te había pasado algo malo.
Te
cogí del brazo y salimos de aquella cantina que tanto sabía de ti. Te había
visto sonreír, hablar, esperar, amar y como no, llorar. También había visto a
un hombre fiel, comprometido, esperar a su amada año tras año.
Estuvimos
paseando largo rato, y te escuché decir lo mucho que me querías, es decir, lo
mucho que querías a la abuela.
Siempre
me habían dicho que yo guardaba un gran parecido con ella, sobre todo decían
que teníamos los mismos ojos, éstos que tu reconociste en mí, pero la veías a
ella.
La abuela siempre estuvo
enamorada de ti, y aunque tú ahora creas que yo soy ella, me alegra haberte
encontrado, para saber que tú también la has amado siempre.
La abuela me dijo que el
amor de su vida estaría esperando en la “Cantina del olvido”, lo que ella no
sabía cuando se despidió de ti y partió en aquel barco, es que llevaba en su
interior el principio de una nueva vida, y aunque intentó por todos los medios
volver, le fue imposible.
Cuando
la abuela llegó a Inglaterra descubrió que esperaba un hijo, mejor dicho una
hija que era mi madre. Dio la noticia a sus padres, y éstos para ocultar el
agravio que suponía para ellos, que su única hija no tuviese novio conocido, de
buena posición, la obligaron a casarse
con un señor al que ella nunca amó, pero se portó bien y dijo ser el padre de la
hija que ella esperaba. Esta farsa duró toda la vida.
Ella
se escapó de casa varias veces, para intentar cumplir su sueño con el amor de
su vida, pero siempre la encontraban y la hacían regresar, incluso la imponían
castigos, dejándola encerrada en una habitación con la llave echada.
Sufrió
mucho y estaba desesperada porque sabía que tú la estarías buscando, y sufría
sobre todo, por sí en algún momento pensabas, que ella no te amaba o te había
olvidado. Me contó que te escribió mensajes, los guardaba en botellas y los
tiraba al mar, confiaba que alguno de ellos te llegase.
La abuela me confesó que
solo amó profundamente a un hombre y le prometí que no pararía hasta dar
contigo.
Te leeré todas las cartas
que ella me confió por si un día te encontraba, en esas letras está reflejado
el inmenso amor que siempre te profesó y la esperanza que siempre tuvo de
encontrarte.
Ahora juntos, querido abuelo, iremos a depositar un ramo de
flores donde ella descansa. Aunque vuestros cuerpos
ya no podrán estar juntos
como lo hicieron antaño, vuestras almas están y estarán unidas por toda la
eternidad ya
que lo que os une es algo tan grande, que no ha podido destruir ni
el tiempo, ni la distancia.
Una historia triste y romántica a la vez. Espero que disfrutéis de esta ella como yo lo hice mientras la escribía .. ¿qué os parece? me alegrará conocer vuestras opiniones.
Una historia triste y romántica a la vez. Espero que disfrutéis de esta ella como yo lo hice mientras la escribía .. ¿qué os parece? me alegrará conocer vuestras opiniones.
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