ALGUNOS DÍAS PARES
ÉL
construye un nido frágil
en el refugio de su vientre
y ella
aloja su presencia
con labio hambriento,
cómplice de una verdad a medias.
Él
la cubre con la savia de su lengua
palmo a palmo
y ella
encaja delirante
los vaivenes de su orgullo,
en muda sintonía.
Él
no la quiere para treinta madrugadas,
pero necesita de su boca y de su piel
algunos días pares.
Y ella
alimenta su placer
a medias tintas.
Las otras frías noches
las sábanas arropan su vigilia.
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