Por fin llegó el día. Me levanto pletórico, me enfundo en
mis vaqueros casual para días muy especiales y como único alimento en la mañana
tomo una barrita energética, seguro me hará bien.
He defendido con uñas y dientes a mi cliente, una menor de
quince años, que a pesar de su reticente desobediencia y mala vida, merece una
segunda oportunidad.
Los jóvenes se han convertido en mi vocación, no puedo dejar
pasar por alto y dar por perdido ningún caso. Se puede conseguir su
transformación y yo me volcaré en conseguirlo.
No soy brujo pero presiento que la sentencia del juez
Calatayud se convertirá en trending topic. Me ayuda mucho saber que hay más
gente que comparte mis inquietudes.
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