Santa Teresa escribe poesías sólo ocasionalmente. Lo hace inspirada en poemas y rimas pastoriles y literarios que aprendió en su juventud cuando también leía libros de caballerías. Muchos de ellos los compone durante los largos viajes a las fundaciones, en los carromatos en que se desplazaban, para animar las largas y monótonas horas.
Las compuso para alegrar la vida de los conventos, pues le gustaba ver a las hermanas contentas.
No se dio mucha importancia estos cortos textos, por lo que deben haberse perdido la mitad de ellos.
Reproducimos algunas de sus poesías más inspiradoras:
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia,
todo lo alcanza,
Quien a Dios tiene,
nada le falta.
Sólo Dios basta.