Te miro a través del cristal y no
puedo creerlo. Fuiste mi modelo.
Alcanzaste la cima en tu profesión y te he admirado siempre.
Ahora veo como te consumes en ese
banco, donde tu piel se torna cetrina y
tu tez cada vez más morena, por tus largas
jornadas al sol. Te observo, alejado, y sonrío, al verte vestido con tu toga.
Nadie es capaz de quitártela. La cuelgas
en la percha de tu habitación cuando
te asean, o te vas a la cama, agotado, para dejar libertad a tu mente
atormentada.
Tu culpa, no haber estimado la pretensión de la actora. Tras su
muerte, dejando a dos niños huérfanos, olvidaste tu realidad. Pero no olvidaste
imputarme un cargo. Esos niños ya
disfrutan de la renta vitalicia que me encomendaste.
Nunca faltaré a nuestra cita,
sabes que aunque mis juicios se dilaten, al atardecer pasearemos juntos hasta y
donde quieras.
Concurso mensual de microrrelatos del Consejo General de la Abogacía.Mes de Agosto 2015. María de Gracia Peralta Martín