Primer premio Bloggin Sta Eulalia

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domingo, 17 de noviembre de 2013

LA CANTINA DEL OLVIDO


En una tarde fría como hoy  y observando el cielo con ese tono gris plomizo mi mente deambula introduciéndome en historias como la siguiente. Quizás comenzase en una fría tarde de noviembre.


LA CANTINA DEL OLVIDO

Allí estabas, sentado, mirando por la pequeña ventana que tenías a tu derecha, tu mirada estaba perdida, como un mendigo deambulando por las calles, en las frías tardes de invierno, sin rumbo fijo, sin saber donde ir, simplemente dejándose llevar por el instinto o la necesidad del momento, de un presente imprevisible y de un futuro incierto.
En aquella mesa donde te encontrabas, había una taza de café y una copa de cristal,  parecía que esperabas a alguien.
Aquel sitio, que me costó tanto encontrar, era  un lugar acogedor, donde se respiraba cierto aire de melancolía, con mesas y sillas de madera, las paredes pintadas de verde, y colgadas del techo, unas lámparas, que parecían de bronce, con cristales en color blanco mate,  como las que tenían  los camarotes de los barcos antiguos.
La decoración era bonita, con todo tipo de simbología marinera, nudos realizados con cuerdas, banderas, cuadros de barcos, de paisajes y animales marinos; el mar era el protagonista en aquella cantina, era lógico por otro lado, seguro que allí se reunían muchos marineros para conversar antes o después de su partida, ya que la cantina estaba en un lugar estratégico en el puerto de la ciudad.
Hablé con el camarero, pues la curiosidad me intrigaba enormemente, aunque algo en mi interior me decía, que no podía equivocarme.
Le pregunté  quien era aquel hombre de aspecto sobrio, bien vestido, pero con un traje que no parecía de la época actual,  el color de su pelo era gris claro, y llevaba unas gafas que a veces depositaba encima de la mesa y al poco tiempo se las volvía a poner, su edad aproximadamente sería de unos ochenta años.
El camarero me contó la historia y en ese mismo instante se disiparon todas mis dudas.
El señor que estaba allí sentado, llevaba mirando por esa ventana cincuenta años, a través de ella vio como se fue alejando el amor de su vida, con la promesa de volver. Su historia era conocida por casi toda la ciudad, y por supuesto por las personas que frecuentaron y frecuentan la cantina, todos le conocen por el “amante fiel”.
Cuentan los mayores, que aquel hombre cuando, era joven, era bastante guapo y llamaba la atención de muchas jovencitas, aunque él nunca hizo caso a ninguna. Alguna le intentó convencer para que olvidase a su novia, pues le decían que ella nunca regresaría, y que intentase ser feliz de nuevo. Él nunca accedió a semejantes proposiciones, ya que solo había una mujer en su vida, y él estaba convencido que ella también le amaba.
Sucedió en una fría tarde de Noviembre, su novia y él fueron a la cantina,  ya que Goya, su novia, debía zarpar con destino a Inglaterra, donde la esperaba su familia.
 Ella iba a verles para darles la feliz noticia de su futuro matrimonio con Martín.
Esa tarde se hicieron miles de promesas y confesiones y planificaron su futuro, se querían y pretendían estar juntos siempre, pero ella debía hacer un viaje ya que su familia no era de la ciudad, ni siquiera del país, y tenía que ponerles al día de todo. Quería hablarles de Martín, de lo mucho que se querían y de la decisión que habían tomado, le ilusionaba mucho contar a su familia que había conocido a una persona maravillosa y quería estar a su lado para el resto de su vida.
 Ella se fue y nunca regresó. Todos pensaron en la ciudad que era una chica con dinero que no había hablado en serio a Martín, y le había abandonado.
Martín fue en varias ocasiones a distintos lugares de Inglaterra, siguiendo alguna pista, que él creía certera, a buscarla, pero nunca fue capaz de dar con ella.
A pesar de todo, él no ha faltado ni un solo día a este lugar, esta cantina forma parte de su vida, aquí prometió a su novia que la esperaría el tiempo que fuese necesario. Sigue una rutina diaria, y es que pide un café y una taza de coñac, se va hacia la mesa y se asegura tener una silla vacía,  reservada para cuando llegue su novia.
Sí la gente le pregunta, él responde que está esperando a su novia para casarse.
Él, en muchas ocasiones, no tiene conciencia de los años que han pasado, y cree ser aquel joven apuesto que espera unas horas a su prometida para luego ir a pasear o  al cine, o para hacer sus planes.
Después de oír el relato del camarero, me acerqué a tu mesa y cuando te percataste de mi presencia, clavaste tu mirada en mis ojos. No pude contener  las lágrimas ya que una sonrisa iluminó tu cara y me dijiste:
            -Goya, amada mía, por fin has regresado, llevo horas esperándote, y ya estaba preocupado por si te había pasado algo malo.
Te cogí del brazo y salimos de aquella cantina que tanto sabía de ti. Te había visto sonreír, hablar, esperar, amar y como no, llorar. También había visto a un hombre fiel, comprometido, esperar a su amada año tras año.
Estuvimos paseando largo rato, y te escuché decir lo mucho que me querías, es decir, lo mucho que querías a la abuela.
Siempre me habían dicho que yo guardaba un gran parecido con ella, sobre todo decían que teníamos los mismos ojos, éstos que tu reconociste en mí, pero la veías a ella.
La abuela siempre estuvo enamorada de ti, y aunque tú ahora creas que yo soy ella, me alegra haberte encontrado, para saber que tú también la has amado siempre.
La abuela me dijo que el amor de su vida estaría esperando en la “Cantina del olvido”, lo que ella no sabía cuando se despidió de ti y partió en aquel barco, es que llevaba en su interior el principio de una nueva vida, y aunque intentó por todos los medios volver, le fue imposible.
Cuando la abuela llegó a Inglaterra descubrió que esperaba un hijo, mejor dicho una hija que era mi madre. Dio la noticia a sus padres, y éstos para ocultar el agravio que suponía para ellos, que su única hija no tuviese novio conocido, de buena posición,  la obligaron a casarse con un señor al que ella nunca amó, pero se portó bien y dijo ser el padre de la hija que ella esperaba. Esta farsa duró toda la vida.
Ella se escapó de casa varias veces, para intentar cumplir su sueño con el amor de su vida, pero siempre la encontraban y la hacían regresar, incluso la imponían castigos, dejándola encerrada en una habitación con la llave echada.
Sufrió mucho y estaba desesperada porque sabía que tú la estarías buscando, y sufría sobre todo, por sí en algún momento pensabas, que ella no te amaba o te había olvidado. Me contó que te escribió mensajes, los guardaba en botellas y los tiraba al mar, confiaba que alguno de ellos te llegase.
La abuela me confesó que solo amó profundamente a un hombre y le prometí que no pararía hasta dar contigo.
Te leeré todas las cartas que ella me confió por si un día te encontraba, en esas letras está reflejado el inmenso amor que siempre te profesó y la esperanza que siempre tuvo de encontrarte.

Ahora juntos,  querido abuelo, iremos a depositar un ramo de flores donde ella descansa. Aunque vuestros cuerpos
ya no podrán estar juntos como lo hicieron antaño, vuestras almas están y estarán unidas por toda la eternidad ya
 que lo que os une es algo tan grande, que no ha podido destruir ni el tiempo, ni la distancia.
   

Una historia triste y romántica a la vez. Espero que disfrutéis de esta ella como yo lo hice mientras la escribía .. ¿qué os parece? me alegrará conocer vuestras opiniones.

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