Primer premio Bloggin Sta Eulalia

Primer premio Bloggin Sta Eulalia

jueves, 28 de noviembre de 2013

EL AGUA ES VIDA

Uno de los ríos más majestuosos de España, el más cercano a mi, por otro lado, el río Tajo a su paso por Toledo.




REGALAS VIDA

Serpenteas los campos con gallardía
regando los prados y los maizales,
los grandes olivos, los almendrales,
vigilando su fluir con valentía.

Golondrinas te beben cada día
y tú les sorprendes con tus verdades,
les dices, les cuentas curiosidades,
regalándoles, sin pesar, la vida.

Con tu sensual y tembloroso canto
a los secos encinares refrescas,
en el frío diciembre como en mayo.

Seduces a esas ciudades pintorescas
que ufanas se contonean a tu paso,
y ensalzan tu pureza cual poeta.











miércoles, 27 de noviembre de 2013

MIS HIJAS





FÓRMULA MAGISTRAL

            Salí del juicio, abatida. El juez concedió la custodia de las niñas a mi ex marido.
Nunca maltraté a mis hijas. ¿Por qué me odia tanto?, ¿Porque no soy de su condición?, ¿Porque soy extranjera?
No entiendo el odio. Se odia por la raza, por intereses contrapuestos, por dinero o simplemente por hacer daño. Se odia por sistema.¡¡¡ Mis hijas!!!
Caminé sin rumbo. Pasé por un parque y me senté en un banco. Me quedé dormida. De repente me vi vestida con un extraño atuendo negro, rodeada de frascos, probetas… ¡Era Harry Potter! Estaba en una habitación iluminada por grandes cirios. Tenía un negocio que consistía en crear jueces. Conseguí la fórmula magistral. Mezclé cuatro gotas de materia gris de la especie Vicente Ferrer; tres gotas mas una de Nelson Mandela; tres gotas mas una de Kofi Annan y dos gotas mas dos de Teresa de Calcuta. Eliminé una gota de la especie Intolerancia-rencor-odio por intentar mejorar la fórmula. Se dispararon mis ventas. Contraté a bastante gente para realizar distintos turnos de trabajo. A mis empleados les pagaba con boletos canjeables por bienestar y felicidad en la entidad bancaria de los deseos. Estaba satisfecha con mi oficio.
¿Mis hijas conmigo?



martes, 26 de noviembre de 2013

LA PERSONA QUE ENDULZA MI VIDA


La entrada de hoy quiero dedicársela a una persona muy especial para mí, la persona que hace que mis días sean más dulces.



TU MIRADA


Tú transparente mirada es sinfonía,
Sinfonía suave para mí, para mi vida,
Para mi existir, ¡esa mirada!.

Tu mirada me envuelve, me cautiva,
Sueño con ella noche y día,
Penetra en mí, tierna, amable,
Tú mirada…  ¡esa mirada!

Me hablas, me besas, me abrazas,
Y sí me miras, estoy perdida,
Perdida por ti, por tu mirada,
Por ese amor, por tus palabras.

Es sueño, pasión, amor,
No se, esa “mirada”, es mi ilusión.




lunes, 25 de noviembre de 2013

ÁFRICA


TIERRA DE SUEÑOS Y NECESIDAD.





A Julia le faltaban cuatro meses y diez días para ver cumplido su sueño, que tantos momentos amargos, lágrimas y malestar le habían ocasionado hasta poder conseguirlo, y, sin embargo, África cambió su vida.

Éste era el viaje que siempre había soñado, por todo lo que ella imaginaba que un país como Kenya guardaba en sus entrañas; una tierra especial, sus gentes, su forma de vida. Salir y ver animales salvajes por doquier. Era su gran sueño y, cuando por fin, después de mucho esfuerzo, y un gran sacrificio, consiguen reunir su marido y ella el dinero para poder visitar esa tierra especial antes del nacimiento de su bebé, sucede algo que le traumatizará, le dejará sumida en una profunda tristeza y hará peligrar su relación de pareja, a la vez que su estado de ánimo irá deteriorándose cada vez más.
Nico y Julia llevaban casados siete años, y eran una pareja muy unida, se amaban profundamente, y,  para consolidar su relación, no había nada mejor  que tener un niño. Así lo habían decidido años atrás, aunque no resultó fácil que ese niño llegase. No tenían problemas, pero ese niño tan deseado se hacía de rogar. Lo que al principio  parecía algo normal, al final se convirtió en obsesión para Julia. Después de muchos años de pruebas y noticias poco esperanzadoras cada vez que visitaban a su médico, se optó por fecundar al  futuro bebé de forma artificial. No resultó a la primera, pero sí a la segunda, lo cual supuso una enorme satisfacción para los futuros papás.

Pasaba el tiempo y ellos estaban emocionados con los preparativos, para cuando el bebé estuviera en casa, su habitación, la ropita, los utensilios para su higiene, todo lo que hoy en día se organiza para la llegada de un bebé.

Habían querido saber el sexo del bebé, y cuando les dijeron que era una niña, aquel día fue algo inolvidable para esa pareja que tanto había sufrido hasta ver que el sueño de ser padres estaba cerca, muy cerca, de hacerse realidad.

Entre tanto, se aproximaba el periodo de vacaciones, y pensaron que antes del nacimiento del bebé, con los ahorros de varios años, podían viajar a África para traerse un bonito recuerdo y poder explicar en unos años a su hija, el modo de vida que tienen otras personas, otra cultura.
Los dos estaban de acuerdo y decidieron comprar los pasajes para embarcarse en esa aventura que les hacía tanta ilusión.
Con tantos sueños cerca de hacerse realidad, la emoción  embriagaba a Julia y se sentía la mujer más feliz del mundo. Todo iba bien hasta que, una mañana, estando ella en casa, sola,  comenzó a sentirse mal; estaba mareada, tenía ganas de vomitar, y sujetándose como pudo por las paredes, consiguió llegar al baño, se acercó a la taza del wáter, pues tenía unas enormes ganas de hacer pis.
Sintió un fuerte pinchazo en la tripa y miró, no podía creer lo que estaba sucediendo, vio todo lleno de sangre, y temió lo peor,  se limpió, y salió de allí como pudo, para hacer una llamada de teléfono. Todo sucedió de forma rápida y sólo recuerda decir a todo el que se acercaba:
-        Mi bebé no, por favor, ella no; tiene que vivir, es mi sueño, mi cuento, mi ilusión, mi vida.
Habían pasado cuatro horas cuando recuperó la consciencia, y vio a su marido que le tenía cogida  la mano, con lágrimas en los ojos. Sabía lo que había pasado, pero seguía pensando:
-        Mi bebé no puede morir, mi niña tiene que vivir.
No quería hablar, pero al final preguntó, y escuchó lo que nunca creía que iba a escuchar,   la niña había muerto. Y con ella se truncaron todas las expectativas que tenía Julia para ser madre, ya que tuvieron que extirparle las trompas por un problema grave que vieron cuando estaban operándola. Lloró desconsoladamente. Sus sueños, su ilusión, se habían desvanecido.
Cuando regresaron a casa la situación era dantesca; el dormitorio de la niña con todas sus cosas, y ella allí, sin saber qué hacer, Quería morir y siempre decía:
-        ¿Por qué no he muerto yo?. Mi niña tenía toda una vida para realizar sus sueños.
-        No tengo ganas de vivir, he muerto por dentro.
Las discusiones con Nico eran cada vez más frecuentes. Le culpaba a él de todo, le gritaba, y terminaba llorando; no podía soportar esa situación, no tenía ilusión por nada.
Pasaron las semanas y poco a poco, Julia fue cambiando de comportamiento. Un día cuando llegó su esposo de trabajar, le dijo:
-Nico, quiero que hagamos ese viaje a África.
-Él  contestó: Debes recuperarte del todo, y te prometo que lo haremos.

Aunque le dejó perplejo semejante afirmación. Desde que sucedió el horrible  suceso, Julia hablaba poco, y estaba acostada la mayor parte del tiempo.

Pasaron los días y, cuando estaba recuperada,  hablaron de nuevo y comenzaron con todos los preparativos para realizar  ese viaje que siempre habían querido hacer.
 Cuando Julia estaba bajando del avión y pisó por primera vez tierra africana, sintió una emoción que no podía describir, algo tan maravilloso para ella, que en el rostro, incluso, tenía un brillo especial. Su esposo pensaba que había sido un acierto viajar a Kenya, ya que veía que podía ser una terapia muy buena para la recuperación de su mujer. Sin embargo, aún no sabía las sorpresas que le depararía su estancia en ese país…
No tenían contratadas excursiones desde su ciudad, lo harían todo desde el hotel. Únicamente había un viaje contratado por Julia que era una sorpresa para su esposo, y que comentaría cuando llegase el momento.
Pasaron tres días y llegó el  viaje sorpresa, Nico estaba ilusionado por ver qué  le tenía preparado Julia. Llegó una furgoneta al hotel preguntando por ellos; Julia le dio al chofer unas indicaciones y se pusieron en camino. La pareja iba mirando a un lado y a otro, a las personas que andaban cerca de la carretera; si es que a eso se podía llamar carretera. Al modo de ver de Nico, eran caminos tortuosos y demasiados peligrosos, por cómo conducía la gente, la falta de señalización, la confusión de carriles, etc.
Quedaban perplejos cuando veían a niños, por ejemplo, de la tribu de los Massai, con una varita y una pequeña garrafa de agua, sin poblaciones, ni nada cerca. Quizás en veinte o treinta kilómetros no había otro poblado, y esos niños caminando solos, con la cantidad de animales salvajes que había, y podían atacarles. Esto lo comentaban entre ellos, haciendo la comparativa con los niños de su ciudad y de España en general, teniendo de todo, y sin apreciar el trozo de pan que se comen cada día, era una situación que les partía el alma.

Llevaban tres horas de camino, y debían atravesar la ciudad de Nakuru, la tercera en importancia de Kenya, y decidieron parar para ver cuál era la forma de vida, en un día cualquiera para esa gente.

Bajaron de la furgoneta acompañados por el chofer, quien hacía de guía, y pasearon por el mercadillo de esa ciudad. Tanto hombres como mujeres intentaban venderles sus pro-

 ductos: comida, relojes, abalorios, etc., No les dejaban apenas caminar, se agolpaban alrededor de ellos, estaban desesperados por vender. Algunas veces Nico se ponía nervioso, y pensaba que no había sido buena idea parar en esa ciudad. Sin embargo, Julia le decía que había que pensar que esas personas necesitaban comer, y quizás ellos eran su única oportunidad para conseguir unos dólares, y llevar algo de comer a sus familias. Salieron de allí con dificultad y volvieron a subir a la furgoneta para proseguir el viaje.
Nico estaba sorprendido por algunas preguntas que su mujer le iba haciendo, por ejemplo:
-¿Tú quieres ser papá?
-¿Qué estarías dispuesto a hacer para conseguirlo?
-¿Qué precio pagarías por ello?
No le dio tiempo contestar a tanto interrogatorio cuando llegaron al destino, era un sitio
paupérrimo; tenían lo básico para subsistir, pequeños campitos para cultivar lo poco que se podía, debido a la brutal sequía  que  había acontecido ese año, Y en las viviendas  se dejaba ver la situación en la que estaba la gente que allí vivía. Se adentraron en dicho recinto y allí salió a recibirles una persona muy amable que les indicó cuál sería su dormitorio, para que dejasen el equipaje, y se instalasen. Así lo hicieron. Nico estaba ansioso por preguntar, pero quiso ser cauto y esperar. Salieron del dormitorio y fueron a un pequeño despacho donde otra persona distinta a la que les recibió les indicó las que serían sus tareas a partir de ese momento.
Les acompañó a una  sala grande y austera, donde había camas y literas. Allí dormía una veintena de niños. Estaban en un orfanato al lado de ninguna parte, regentado por unas cuantas personas voluntarias, para cuidar de aquellos niños que no tenían donde ir. Sin sus familias, debido a muertes en conflictos, por enfermedades de sus progenitores, por expulsión y repudio de sus hogares, por un sinfín de motivos. Y ellos no tenían nada. Tanto Nico como Julia quedaron estupefactos cuando fueron conociendo los casos de cada uno de los niños que estaban allí. Al terminar la visita y regresar a su dormitorio, Julia le explicó a Nico que cuando fue a sacar los pasajes para ir a Kenya, no lo hizo  para regresar. Le explicó que, ya que no pudo tener a su niña en España, quería ayudar a niños que necesitaban de todo, fundamentalmente, cariño.

Además, con el tiempo, su intención era adoptar al más necesitado, si decidían volver a casa.

Nico amaba tanto a su mujer que aceptó su decisión.

Estuvieron trabajando duro varios años, ayudando a sacar el orfanato adelante, que los niños tuviesen las mejores condiciones higiénico sanitarias posibles, que todos los días tuviesen algo que llevarse a la boca, incluso renunciando ellos  a un trozo de pan. Participaban en los talleres que los voluntarios tenían organizados, les enseñaban a leer, a dibujar, pasaban los días y la felicidad de sentirse útiles, les fortalecía cada vez más.
Pidieron ayuda económica a una ONG con la que Julia llevaba colaborando muchos años, para poder hacer un pozo cerca del orfanato y sacar agua, y con mucho esfuerzo se logró llevar a la práctica ese proyecto.
 Eran tantas las necesidades de aquellos niños, que todo lo que se hacía resultaba poco, siempre tenía en mente un nuevo proyecto, pensando en ayudar a toda la gente que pudiese, no solo a sus niños.
Muchas veces salía a visitar a mujeres embarazadas de otros poblados y les ayudaba en todo lo que podía, ya tenía experiencia en asistencia a partos. La primera vez que ayudó a una mujer a dar a luz, creyó que era lo más bonito que había realizado en toda su vida, la emoción la embriagó, tener entre sus brazos a una criatura tan bonita y que gracias a ella estaba viendo la luz, eso a Julia la llenó de gozo y emoción.
A partir de ese momento se vio capacitada, para poder ayudar a otras mujeres a traer a sus hijos al mundo, el miedo del principio ya lo había pasado.
Nico vio el cambio tan grande que había dado su mujer, estaba feliz siempre, aunque casi todo les era adverso, sin embargo ver como se involucraba en el cuidado y atención de aquellos niños, ayudar a otras personas de otros poblados, participar en todas las tareas del orfanato, tanto cultivando las tierras, como enseñando a los niños a leer, escribir, etc. Pensó que esa era la medicina que Julia necesitaba y él siempre iba a estar a su lado en todo lo que hiciese.

Un día cualquiera, Julia intentó levantarse para comenzar la jornada, pero se encontraba muy mal, Nico la ayudó a asearse y salir a tomar el aire, aunque esto no mejoró su estado. Tuvieron que avisar a un médico, debido a que Julia tenía una fiebre muy alta. Le diagnosticaron sida y malaria.
Pasaron las semanas y Julia no mejoraba; cada vez estaba más débil. Sin embargo, nunca le faltaba una sonrisa.  Las atenciones de su esposo, que la amaba hasta la saciedad, le daban aliento.
Había perdido mucho peso y la fiebre no desaparecía. Decidieron llevarla a un hospital, la estuvieron tratando y dieron la asombrosa noticia a su esposo; tenía una grave  complicación intestinal, debido especialmente a la malaria, y no sabían a ciencia cierta cuanto le quedaba de vida, pero, lo que era seguro, es que no más de tres meses.

Julia pidió a su esposo que la llevase de nuevo al orfanato, y que no se separase de ella. Así lo hizo Nico.


Una noche empeoró, y le pidió un último deseo a su esposo:

-“Sí alguna vez decides volver a casa, lleva contigo al niño más necesitado del orfanato”. “Ése era mi deseo  cuando decidí que viniésemos a Kenya”. “Mi sueño era ser madre y he conseguido tener a muchos niños conmigo. A partir de ahora, decide tú, cual ha de ser tú sueño, y sí quieres que se haga realidad”.

Pasaron los años y Nico seguía trabajando en el orfanato como el primer día, continuó con el proyecto que su mujer comenzó. Él amaba tanto a esos niños y esa tierra que no podía abandonarlos a su suerte. Siempre agradeció a su mujer la decisión que un día tomó de viajar a aquel lugar, ya que sentía que África sería su eterna morada.
Habían hecho una nueva escuela a la que asistían más de cincuenta niños, no solo los que residían en el orfanato si no otros que venían de otros poblados.
La última niña que había entrado tenía unos días de vida ya que su madre murió cuando dio a luz, a este bebé le pusieron de nombre “Julia”, en recuerdo de la mujer que luchó por conseguir el sueño de construir una gran familia.